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Los humanos somos seres sociales, y como tales, aprendemos a partir de las interacciones. Es decir, relacionándonos con otras personas. Se ha demostrado que la importancia de las relaciones humanas radica en que son determinantes para el desarrollo del cerebro; siendo los primeros tres años de vida una etapa primordial para potenciar este desarrollo.
La interacción con otras personas les permite a los niños pequeños desarrollar empatía y habilidades sociales. También les ayuda a adquirir herramientas para la resolución de conflictos, entre muchos otros aprendizajes.
Cuando un bebé se enfrenta a un evento que lo estresa, su respuesta ante el estrés dependerá de las experiencias que tuvo en su sistema de relaciones. Cuando una red de relaciones (conformada por todas las personas cercanas al bebé) es saludable, esta favorece a que se generen ambientes sanadores y facilita la resiliencia, es decir, la capacidad de superar circunstancias traumáticas.
Desafortunadamente, el ritmo de vida actual favorece que se pase gran parte del tiempo frente a computadoras, televisores, celulares y otros aparatos que perjudican la interacción directa con otras personas. Esta falta de interacción nos ha convertido en una cultura fragmentada y sin ritmo, y ha reducido considerablemente nuestro poder de resiliencia. Asimismo, ha disminuido nuestro sentido de empatía y de regulación. Por este motivo, te recomendamos que cuando estés con tu bebé trates de evitar el uso de dispositivos tecnológicos y te concentres en atenderlo y disfrutarlo.
El doctor Bruce Perry habla de 6 elementos claves para que la interacción humana tenga efectos en el desarrollo cerebral:
- Relaciones: Se refiere al poder que ejerce la conexión entre las personas al relacionarnos de manera genuina.
- Relevancia: Se refiere a la pertinencia de las actividades y/o conceptos, tanto para la edad, como para el momento de desarrollo. Es decir que las actividades y conceptos que tu bebé comparta con otras personas, tengan relevancia de acuerdo a su edad.
- Repetición: Es el patrón que se crea a nivel cerebral tras repetir varias veces una misma acción. Por ejemplo, cuando tu bebé realiza por un periodo la misma actividad.
- Risa: Cuando las actividades son placenteras, las personas se vinculan entre si, se crea confianza, y sincronizan su interacción.
- Ritmo: Los seres humanos somos rítmicos. Hay ciclos en todo: el día y la noche, el mar, la luna, las plantas y el sueño. Cuando el ritmo de la casa es predecible, el cerebro puede anticipar lo que va a suceder y esto le ayuda a tu bebé a regularse y organizarse. Cuando el bebé está en el útero, escucha y siente al corazón de mamá; en ese momento el feto no tiene frío, ni hambre, y esto se asocia con la sensación de estar a salvo. Esto hace que las interacciones rítmicas sean tranquilizantes y permitan recuperar el equilibrio.
- Respeto: Es básico adecuarse al carácter de cada niño, respetar sus procesos y acompañarlo.
Ahora ya sabes cómo es que la interacción humana se relaciona con el desarrollo del cerebro de tu bebé. Crea ambientes propicios para la interacción con otras personas en la rutina de tu bebé ¡y disfruta cada momento a su lado!
