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La importancia del “desorden” de los niños en su desarrollo

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Para las personas que, como yo, tenemos alguna tendencia a obsesionarnos con el orden y la limpieza, tener un hijo significa sumar algunos retos extras a aquellos otros inherentes a la paternidad, como: el cansancio, la falta de sueño y la ansiedad.

Lo que he aprendido en este año y medio de ser mamá, es que en algún sentido las cosas casi siempre mejoran, y además que cada vez habrá que tener mayor paciencia y tolerancia que antes. Cuando nuestro hijo era un bebé pequeño, el “desorden” consistía básicamente en trastes y ropa sucios que nadie tenía tiempo de lavar. Ahora que ya es más grande, hay juguetes en la sala y el comedor, pelotas y cochecitos debajo de cualquier mueble, libros infantiles mezclados con papeles del trabajo de papá y algún rayón de crayola en una pared o puerta. Tengo que tomar aire para no gritar y no querer salir corriendo de este desorden. Créanme, yo las entiendo.

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Tomemos en cuenta que nuestros hijos están explorando y conociendo todo (¡TODO!), y que nuestra necesidad de orden y limpieza puede generarles estrés a ellos también. Sobre todo si nuestra reacción ante este desorden va acompañada de gritos, o peor, de algún golpe.

Con Martín, a mi me ha funcionado ir inculcándole el hábito de recoger sus juguetes al final del día, después del baño y antes de acostarse. Hoy ya es parte de nuestra “rutina nocturna”. Una amiga me contó que ella acordó con su pequeño hijo que solo tendría los juguetes en su cuarto, porque ese era “su espacio”, y así se evitó el cuento de los juguetes por toda la sala. Esta medida, a mi me parece un poco extrema porque considero que toda mi casa es de mi hijo. Aunque este puede ser un consejo que le funcione a otras familias.

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Mi conclusión es que hay que “pensar diferente” sobre el desorden: verlo como una oportunidad que tenemos para educar, para jugar y para aprender de nuestros pequeños y sobre todo, para que ellos aprendan: a escalar en los cojines de la sala, a caminar, a hacer torres con bloques, a pintar con crayones o con pinturas, a jugar con masa, a ver cómo funcionan las ruedas de un cochecito o las partes del cuerpo en un muñeco. Finalmente, si nosotros les prestamos atención, es probable que no hagan ninguna cosa que en realidad ponga en riesgo nuestro hogar, o a ellos mismos.

En todo caso, siempre, será importante platicar nuestros sentimientos con nuestras parejas y familia más cercana. Si sientes que estás demasiado abrumada manteniendo limpia y ordenada toda tu casa en todo momento, tal vez necesites dos cosas: relajarte un poco y pedir ayuda.

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Artemisa Padilla

Mamá

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Criar un hijo implica ser congruente con nuestros principios para acompañarlo, con todo nuestro amor, en la construcción de su propio ser.

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