Fuente: flickr.com / Caitlin Regan
Si bien cada bebé es distinto en su desarrollo y personalidad, hay cosas que los identifican, como que las rutinas los hacen sentir seguros. En el caso de mi hijo, desde que nació establecimos con él una rutina estricta de baño, cena y sueño; y puedo decir que esta ha sido una de las mejores decisiones que pudimos tomar su papá y yo.
La rutina de sueño del bebé inicia a eso de las 19 horas, con un baño tibio que su papá prepara la mayor parte de las veces. Si él no está, lo baño yo, eso es lo de menos, aunque el tiempo con papá es bueno también para reforzar los lazos emocionales entre ellos, ya que la mayor parte del tiempo Martín está conmigo. Después del baño le doy un breve masaje con crema, le pongo pijama y le doy de cenar; antes era puro pecho pero ahora que ya es más grande (tiene 11 meses) y come sólidos le doy cereal con fruta o fruta y una quesadilla. En la cena procuro platicar con él, dejarlo que coma solito y después ya nos vamos a su cuarto, donde le doy la última toma de pecho para dormir.
Siempre me ha funcionado, puedo decirles que aunque algunos días me tardo 45 minutos en dormirlo profundamente, otras veces en 15 o 20 minutos ya está dormido. Aunque el sueño del bebé a veces es difícil de conciliar, particularmente si es un recién nacido, la rutina ayuda a que se vaya acostumbrando a dormir en horarios determinados.
Tal vez si tu bebé no logra conciliar el sueño fácilmente es porque no hay una rutina de sueño del bebé diaria que lo lleve a la cama, y podrías probar con algo parecido a lo que yo hago. Hay quien después de cenar les lee un cuento también. Así nuestros hijitos van acostumbrándose a la idea de “cerrar el día” y cuando son muy pequeños, esta rutina también les ayuda a empezar a diferenciar el día de la noche y a dormir más y mejor. Estas rutinas también pueden adaptarse en versión “mini” para las siestas, así tu bebé irá acomodándose mejor a un horario y tú te sentirás con más capacidad de planear tus días y tus noches.
