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Durante mucho tiempo, la sociedad ha clasificado a las personas inteligentes como las que son capaces de realizar cálculos matemáticos o las que escriben libros asombrosos. Y sí, lo son, pero desafortunadamente se han excluido de este estatus a miles de personas que tienen otros tipos de inteligencias, que no pertenecen a la lógica.
De igual manera, suele suceder que la educación, ya sea impartida en casa o en la escuela, algunas veces reprime las inteligencias que no son lógicas. Esto reduce las oportunidades de que nuestros niños puedan desarrollar todas las habilidades de su cerebro y de su cuerpo, y por lo tanto, limita la posibilidad de que sean plenamente felices.
Entonces, ¿cómo debería ser una educación que honre completamente el cerebro de nuestros hijos? Según Ana Serrano, esta debe:
- Reconocer y nombrar los sentimientos: Una buena educación jamás debe reprimir los sentimientos, incluso está bien sentir las emociones “negativas”. También enseñar a nombrar los sentimientos es necesario para que sea más fácil asimilarlos.
- Autorregular: Está bien expresar sentimientos, pero no está bien que estos nos controlen, ni que sean explosivos. Una buena educación ayuda a manejar las emociones para que no lleguen a ser destructivas. Esto se logra a través de la autorregulación.
- Poner límites y ayudar a la autonomía: Por más que quieras que tu hijo sea independiente, debes enseñarle que siempre hay límites, sobre todo si su seguridad o la de otros está en riesgo. Cuando quieras ponerle límites a tus hijo, asegúrate de estar conectada afectivamente con él. Sin embargo, no olvides que también debes promover que haga las cosas por su cuenta.
- Involucrar el cuerpo: Una buena educación también reconoce la importancia del cuerpo, de fomentar que los niños se muevan para desarrollar la inteligencia motriz, pero sobre todo para integrar las emociones al cuerpo.
- Hacer preguntas: Para provocar el razonamiento en tus hijos, hazles preguntas todo el tiempo. Esto les ayudará a que usen y desarrollen su inteligencia lógica.
- Utilizar en humor y el juego: Cuando un niño está estresado, es muy difícil que aprenda algo, porque su mente está cerrada para recibir información. En cambio, si está feliz y relajado podrá aprender más fácilmente. ¡Te sorprenderás al descubrir todo lo que los niños aprenden jugando!
- Reconocer y ayudar a regular el estrés: Todas las personas nos podemos llegar a estresar, pero también debemos aprender a reconocer de dónde viene el estrés y a cómo controlar esa emoción.
- Favorecer la convivencia en familia y las relaciones sociales: Es importante enseñar reglas de convivencia y cortesía, así como valores de tolerancia y respeto. De esta manera, tu hijo se podrá desenvolver en cualquier ambiente.
- Adaptarse al momento evolutivo del niño: Cada niño es diferente y es un error intentar que todos maduren a la misma velocidad. Habrá niños que aprendan más rápido algunas cosas que otros. Es por ello que una educación que honra al cerebro debe ir de acuerdo a la velocidad en la que el niño puede aprender.
Puede sonar utópica la idea de que exista una educación escolarizada que tenga todos estos componentes, pero en casa sí es muy factible que la lleves a cabo. No es necesario mucho sacrificio, solo mucha constancia, dedicación y amor.
¡Te invitamos a honrar el cerebro de tus hijos!
*Este artículo está inspirado en la conferencia “Las neurociencias – Cómo impacta el afecto en el desarrollo” de Ana Serrano.
