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10 cosas que nadie me dijo sobre mi embarazo

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Mi aventura inició un 7 de marzo de 2014. No lo podía creer, ¡estaba embarazada! Después de tanto tiempo de esperarlo, era real. Sin embargo, no sólo fueron diez, sino son mil cosas de las que nadie me habló y aprendí día a día. Nueva alimentación, empezar a hacer ejercicio, miedo a que algo estuviera mal, escoger al doctor “correcto”, frases como “no te enojes porque se lo pasas al bebé”, “no comas grasas porque al bebé le hace daño”, “tienes que dormir del lado izquierdo”, cosas de todo tipo estaban siempre a la orden del día. ¿Les parece si empezamos?

  1. Resultado “positivo”. No hay nada que recuerde mejor que ese preciso momento. Después de varios meses de intentar “quedar embarazada”, algo en mi interior me decía que esa mañana debía realizarme una prueba de sangre. Pasaron varias horas de suspenso, pero leer “positivo” al final de esa hoja hizo que una descarga de emociones se apoderará de mí. Empecé a llorar automáticamente y abracé casi a todo el personal del laboratorio. ¡Creo que a eso se le llama felicidad!
  2. ¿Qué edad es la correcta? Entiendo que las mujeres más susceptibles de tener un embarazo del alto riesgo son aquellas menores de 20 años de edad y mayores de 35, pero ¡yo sólo tengo 33! Si se preguntan el porqué de mi frustración les contaré que todos me consideraban vieja para poder tener un bebé. Siempre había un comentario respecto a la edad: “¿Por qué lo decidiste hasta ahora?”, “¿cuándo tenga 15 años, tú cuántos vas a tener?”, “¿tienes miedo?”, “tu cuerpo ya no es joven”, “no aguantarás los dolores de parto”. Pero aquí estoy, ¡soy mamá! Y qué importa si tengo 15, 30 o más de 40. ¡Fue mi decisión y el amor por mi hijo no cambia por eso!
  3. Síntomas o malestares. ¡Ninguno! Nada de calambres, dolores, náuseas. Pero a la semana de que me enteré que estaba embarazada tuve una hemorragia y acudí a urgencias. Recuerdo muy bien las palabras del médico.“Al parecer tiene un embarazo anembrionario (cuando un óvulo fecundado se implanta en el útero, pero el embrión fecundado deja de desarrollarse o no se forma), le haremos un ultrasonido para ver si su corazón late; si lo hace, le mandaré reposo, pero si no, la internaré, le haré un legrado y saldrá mañana”. ¡Se me paro el corazón, deje de respirar, pensé mil cosas! ¡Todo daba vueltas a mi alrededor! Creo que los doctores deberían ser más sutiles cuando “algo anda mal”. ¿No lo creen?
  4. Mi relación con el IMSS. A pesar de todo lo que se dice sobre esta institución, puedo decir que yo tuve una buena experiencia. Trabajes donde trabajes y tengas el puesto que sea, si cuentas con este servicio (y quieres cobrar tu incapacidad) recuerda lo siguiente: debes ir, por lo menos, a una consulta mensual con tu médico familiar. Te harán un ultrasonido cada trimestre de tu embarazo. Tendrás que ir a varias pláticas o talleres sobre embarazo y cuidados prenatales. Después de la semana 36, te mandarán al hospital que te corresponda para tener una consulta semanal con la enfermera médico familiar (EMI) del lugar. Cobrarás una incapacidad correspondiente a 42 días antes y 42 días después de tu parto. Es cierto que muchas veces hay que esperar para tu revisión, pero ante cualquier síntoma de alarma, lo correcto es acudir al área de emergencias.
  5. ¿Y mi trabajo? Me quedé sin empleo al iniciar mi segundo trimestre de gestación. Fue una situación complicada porque un embarazo, por más normal que sea, siempre trae gastos nuevos como las citas médicas, ropa de maternidad, artículos para bebé, etc. Por otro lado, siempre he trabajado y por momentos me sentía inútil sin hacerlo. Lo malo es que, si de por sí encontrar trabajo no es nada sencillo, a pesar de cubrir con todos los “requisitos”, nadie contrata a mujeres embarazadas. Pero, hoy puedo afirmar que no hay nada más cierto que el dicho “los bebés traen torta bajo el brazo”, ya que poco a poco todo se normaliza.

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  1. Sin él no lo hubiera hecho. A pasar de toda la descarga de hormonas y los estados de ánimo que pude presentar, me enamoré más de mi pareja cuando estaba embarazada. No había nada más tierno que escuchar a ese hombre serio y reservado hablarle a mi panza o acariciarla. Sentir su apoyo, escuchar sus palabras tranquilas, ver como se asustaba igual que yo mientras fingía no hacerlo, recargarme en su hombro sin decir una palabra y sentir complicidad. ¡Creo que me hacía amarlo cada vez más! Quieres saber cómo tener buena comunicación con tu pareja en el embarazo. Da clic aquí.
  2. Cambios en mi cuerpo. ¡14 kilos de más! ¡14 kilos de amor! No hay nada más que decir.
  3. “Todo es normal”. Oficialmente, odio esa frase. La escuché por todos lados. “Mis pies están hinchados”, “voy mucho al baño”, “tengo insomnio”, (…) “no te preocupes, todo es normal”. Siento decirle a mis médicos, familiares, amigos y conocidos que no, ¡nada es normal!; sobre todo si somos mamás primerizas, ¡todo es nuevo para nosotras!
  4. Sentimientos encontrados. Días buenos y días malos, ¿no? Días en los que eres la mujer más feliz del mundo y de pronto escuchas una canción, ves la ropa de tu hijo, juegas con tu pancita, y piensas ¿ahora qué voy a hacer? Empiezas a llorar con un sentimiento de tristeza-felicidad que no se puede describir. Sin embargo, hay otros, la mayoría de todos los días, que te ves en el espejo y sientes que eres hermosa, incluso la gente te lo dice. ¡Pero no importa! Al final de cada día sabes que tienes que seguir luchando porque hay vida dentro de ti.
  5. Amor a mi panza. ¡La extraño! Mi Santiago ahora es un bebé sano y hermoso de 4 meses y lo amo profundamente. Sin embargo, a veces lo extraño dentro de mí, quisiera sentir de nuevo su hipo, sus pataditas o sus movimientos fuertes cuando le hablaba o bailábamos juntos.

Ningún embarazo es igual, pero algo de la experiencia de las que ya pasamos por esto, tal vez pueda servirles un poco. ¿A ustedes cómo les ha ido en esta aventura?

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Natalia Ramos

Editora y mamá

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Nadie sabrá nunca la fuerza de mi amor por ti, después de todo, tú eres el único que sabe cómo suena mi corazón desde el interior. Anónimo

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