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Mi experiencia con la lactancia. Los retos y las recompensas

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Desde que estaba embarazada, o tal vez incluso desde antes, mi meta de lactancia era de un año. Estaba convencida de que quería darle a mi bebé seis meses de pecho exclusivo y otros seis meses cuando comenzara a comer. Lo que no sabía era todo lo implicaría cumplir esa meta.

Cuando nació Martina, enseguida la pusieron sobre mi pecho y se pegó para comer. Fue maravilloso y por un breve instante parecía que la naturaleza hacía lo suyo de manera espontánea, pero después las cosas se complicaron.

A los pocos días tenía grietas en los pezones y cada vez que mi hija se prendía para comer me daba un dolor casi insoportable. Así que pasé las primeras semanas pensando que seguramente no lograría la meta de amamantar un año, tal vez ni siquiera lograría el día siguiente.

Durante esas semanas pedí ayuda y consejos a mi doula (para saber qué es una doula, da clic aquí). Consulté más de una vez a la pediatra que es especialista en lactancia, hablé con mis amigas, leí artículos, vi videos y recibí consultas de mi ginecóloga. La verdad es que me pasó casi de todo, pero con su ayuda todo tuvo solución. Hoy estoy feliz de haber logrado mi meta de amamantar un año y de hecho lo sigo haciendo y probablemente lo haga unos meses más.

Para llegar aquí, primero tuve que aprender la técnica para colocarla correctamente y ella también tuvo que aprender a succionar. Eso y la lanolina ayudaron a que las grietas disminuyeran y el dolor bajara, pero después me dio una infección para la que tuve que tomar tratamiento. Después tuve una mastitis leve que también se me quitó con medicamento y los maravillosos fomentos de col. Y casi a los dos meses, cuando parecía que ya todo estaba resuelto, tuve una grieta tan severa que me sangró a chorros. Esto ocasionó que Martina tomara mucha sangre y tuviera acidez, así que la que necesitó tratamiento fue ella. Y yo empecé a tomar algo que me ayudó a producir más leche para compensar el que ella succionara tan fuerte.

Durante ese tiempo más de una vez me pregunté si de verdad valía la pena…

Si en serio era mejor que las dos tuviéramos que tomar medicamentos (siempre recetados por su pediatra y mi ginecóloga), a que ella tomara fórmula. Si de verdad era mejor para su salud y su desarrollo que yo la amamantara aunque a veces se me salieran las lágrimas al hacerlo, a que le diera una botella… Hoy estoy convencida de que sí lo vale. No puedo saber si es mejor porque nunca le di ni fórmula ni mamila, pero definitivamente creo que persistir con la lactancia y pedir ayuda para lograrlo fue una excelente decisión y ha valido muchísimo la pena.

¿Conoces los beneficios de la lactancia? Aquí puedes descubrirlos.

Y es que para el primer mes ya había ganado un kilo de peso y sus delgados cachetes comenzaban a tomar una hermosa y redonda forma. Y así continuó durante todo el año, creciendo perfectamente y ¡sin necesitar nada más que mi leche los primeros seis meses! Ver eso es asombroso. Saber que puedes producir alimento y no sólo cualquier alimento, sino el alimento perfecto para tu bebé es simplemente maravilloso.

Además debo decir que la lactancia nos ha cumplido en todos los beneficios que dicen que tiene. Martina pasó su primer año sin enfermase nunca de la panza y con la libertad de poder explorar el mundo a su antojo y chuparse todo lo que se topaba (sin exagerar claro). No es que la dejara chuparse la suela de los zapatos, pero jamás lavé un juguete que se caía al piso antes de dárselo de nuevo. En cuanto a gripas, sólo le dio una que le duró dos días. Por último, ¡hemos generado un vínculo maravilloso que no cambiaría por nada! Y en cuanto a mí, la lactancia me ayudo a regresar a mi peso a los dos meses de haber parido y mantenerme así.

No es que no tenga sus retos, por ejemplo en este año no me he separado nunca por más de tres horas de Martina. Ella  nunca quiso tomar mamila aunque fuera con mi leche.

Para mí, ¡las recompensas superan a los retos! De tal manera que no dudaría ni un segundo en hacerlo todo de nuevo.

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