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Estrategias y control parental

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Nos conocen demasiado bien. Calculan cada movimiento para optimizar su libertad y voluntad hacia lo desconocido; ignoran los peligros y repiten los errores con aún más frecuencia que los adultos; el menor comentario o indicación se puede transformar en horas de berrinches y lloriqueos capaces de arruinar la mejor de las reuniones… No son el enemigo, pero hay que utilizar tácticas y estrategias con la misma mentalidad fría y calculadora que un general a media batalla. Perder la paciencia es fácil y caer en la ofensa, el grito, el golpe o cualquier otra acción que sólo nos denigra como mamás y papás, a veces parece el camino más corto a la paz.

Por si esto fuera poco, el indispensable consenso de los padres difícilmente llega entre personas que fueron educadas con fórmulas diferentes. El berrinche de los críos culmina en pleito familiar y hasta los abuelos terminan regañados por su afable naturaleza conciliadora y consentidora. Por eso, me permito pasarles unos tips que me han resultado de lo más útiles y prácticos para evitar el berrinche generalizado.

1. Evita subestimar los sentimientos de tus hijos. Recuerda que eres lo que más ama y lo mismo espera de ti: presencia ilimitada e irrestricto apoyo, paciencia infinita, amor absoluto, comprensión total, tolerancia, respeto… sólo por eso vive feliz y confía su vida en ti. Un grito o un golpe lo pueden hacer sentir inseguro en lo más profundo y ese sentimiento puede cambiarle la vida para siempre. La desesperación y la ira son malos consejeros. Conozco padres que le hablan peor a sus hijos que a cualquier otra persona; esto no solamente es torpe e injusto, sino improductivo y a la larga genera distancias infranqueables entre padres e hijos, dejándolos solos a ambos.

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2. Evita sobreestimar su capacidad para entender los límites y razones. ¿Cuántas veces le has dado la vuelta a un adulto ante su evidente incapacidad emocional para aceptar algo? La jefa, el colega, la amiga, el médico… todos. ¿Por qué entonces exigir más a nuestros hijos? Nuestros chiquitos están desarrollando capacidades en un nivel físico; el desarrollo de sus órganos y la conexión de sus neuronas aún no están listos para comprender ciertas cosas. Te toca comprender y no convertirte en el que inicia el berrinche.

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3. No empieces los problemas: cuando te veas en la necesidad de intervenir, piensa primero cuál es la mejor manera de resolver. Reaccionar con un grito, golpe o enojo te llevará 99 por ciento de las veces al berrinche inmediato. No busques mejores resultados con técnicas antediluvianas. ¡Peor si tus hijos ya te obedecen a través de la violencia! Recuerda que hay un vínculo de confianza que se ha desgastado, quizá irremediablemente.

4. Considera que es más fácil distraer que ordenar. Los chiquitos menores de 4 años (como muchos adultos) carecen de la habilidad para comprender causas, consecuencias, razonamientos e instrucciones, es decir, no están equipados con el software para obedecer. No puedes tomárselos a mal, es una condición psicológica y fisiológica que los rebasa. Cuando pierdas la paciencia, imagínate que estás gritándole a la pared… tal cual. Como lo hubiera dicho Cole Porter, es mucho más sano y útil ser un buen payaso que un monstruo aterrador.

5. Utilicen estrategias individuales y conjuntas. La personalidad, nivel y forma de autoridad de cada uno de los padres es muy diferente. Nuestros roles en sus jóvenes mentes están muy bien definidos y bastante determinados por genes y memes. Lo que funciona a papá, no necesariamente funcionará a mamá y viceversa. A veces, cuando estamos juntos con el hijo, todo se vuelve un caos de opciones que sólo los confunde. Es importante que sepan jugar estrategias conjuntas, que las piensen y las inventen. No todo es “good cop y bad cop”, pero también funciona.

6. Ten en cuenta que todo es un juego hasta en tanto no se ponga en peligro su integridad. Cuando así sea, entonces incrementar la seriedad y explicar puede sentar bases racionales para el futuro, a través de un tono emocional y de voz; pero no olvides: no por ello te va a hacer caso. A veces es necesario actuar de manera urgente y unilateral para poner distancia física entre el peligro y nuestros chiquitos. En esos casos, la distracción y el payaso tendrán que esperar a que “peque” esté fuera de peligro. Muestra tu preocupación y tus espantos sin recato; ellos entienden instintivamente cuando te hicieron pasarla mal, pero no por ello los maltrates… si lo salvas es porque lo amas, asegúrate de que lo sepa. No seas ese papá que salva de ahogarse al chamaco para luego ponerle una tunda horrible; eso no es civilizado.

Es importante educar a nuestros hijos, que nos hagan caso y llevarlos de la mano con seguridad y paciencia hacia una vida libre e independiente; pero lo más importante no es la educación, sino la formación que se logra a través del amor y del ejemplo. Destruir tu relación con tus hijos para enseñarles un montón de reglas que igual aprenderán en la vida, es un sacrificio innecesario y cruel para todos. El amor siempre se disfruta más con paciencia y astucia.

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