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Comida “de bebé” y comida “de verdad”

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La primera papilla de mi hijo fue de zanahoria con leche materna, y se la dimos cuando tenía casi 6 meses de edad. Si no mal recuerdo –porque, por alguna razón, parece que fue hace tres siglos–, le gustó, aunque no comió mucho. Por recomendación de la pediatra, nosotros iniciamos con verduras porque son menos dulces y sabrosas que la fruta, y la idea era que comiera eso primero y ya después frutas, cereales y proteína animal. El objetivo siempre fue que para cuando tuviera 1 añito, pudiera comer en mayor o menor medida lo que se hacía en casa para el resto de la familia.

La historia empezó con papillas hechas en casa porque yo tenía el tiempo y la posibilidad de prepararlas, y siguió con el famoso Baby-Led Weaning (BLW), que no es otra cosa más que dar a los bebés la comida en pedacitos y dejar que la coman ellos solos. A nosotros nos funcionó una combinación de ambos métodos, ofreciendo siempre varias opciones pero dejando que él decidiera cuánto y qué comer.

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Hoy mi hijo tiene 1 año y 10 meses y creo que come “bien”. Claramente hay cosas que no le gustan mucho, como el pollo, y otras que le fascinan, como el aguacate. Sin embargo, en mi casa hay una regla: siempre se le sigue ofreciendo de todo. No hemos caído en la trampa del “no le gusta”, porque me parece que es eso, una trampa. Lo que ahora no le gusta, puede gustarle más adelante y viceversa. Así pasó con el huevo: antes, ni olerlo, y ahora sí lo come con jamón o estrellado con salsita.

En mi experiencia, y al ver algunos casos de primas o amigas, pienso que creerse el cuento de que “no le gusta” acaba por excluir esa comida en específico. De esta manera, los niños acaban comiendo “comida de bebé” o “comida de niños”, que suelen ser nuggets de pollo o pescado, milanesas y pastas. Y muchas mamás no se detienen a pensar que lo que han conseguido es ir acostumbrando a los hijos a comer distinto y, por tanto, tienen dos opciones: 1) o toda la familia come “comida de bebé/niño”, o 2) hay que hacer dos comidas, una para los pequeños y otra para los adultos. Entiendo que tal vez no les vamos a dar un plato que sea demasiado picante o pesado, pero la comida del diario debiera ser algo que ellos pudieran y quisieran comer.

Así que, con todo, estoy a favor de no hacernos demasiadas ideas acerca de los “gustos” de nuestros pequeñitos, que a mi parecer pueden ser cambiantes como el viento, sino más bien seguir abiertos a que prueben y a darles siempre opciones para que ellos vayan ampliando su propio paladar.

También te puede interesar: ¿Papillas o comida en pedacitos? Mi experiencia con el Baby Led Weaning.

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Artemisa Padilla

Mamá

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Criar un hijo implica ser congruente con nuestros principios para acompañarlo, con todo nuestro amor, en la construcción de su propio ser.

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